SANCTASANCTORUM
Parte 3
- Escuche atentamente, sobrino mío, porque odio tener que repetir las cosas. Lo primero que debe saber es que aquí el tiempo no existe. En todo este templo no podrá ver ni una sola ventana.
Era cierto, las paredes estaban desprovistas de cualquier hueco por el que pudiese entrar la luz del Sol. Sólo podía sentir una suave brisa si me mantenía pegado a ellas un buen rato.
- De este modo - continuó mi Tío -, al no haber ventanas, no existe relación con el mundo exterior. Nos mantenemos aislados y el día y la noche pierden su significado. ¿Está claro? - asentí con la cabeza - Todos los que se hallan bajo la protección de estos muros deben dedicar su esfuerzo en beneficio de la Orden. Esto quiere decir que toman parte en el aprendizaje continuo de las disciplinas religiosas y están obligados a asistir a todas las ceremonias, sean del tipo que sean, así como también deben realizar trabajos de mantenimiento de la Orden, como tendrá oportunidad de ver si se queda.
Seguí en silencio mientras me hacía a la idea de lo que suponían esas reglas.
- Por último - concluyó -, cada uno es completamente libre para pensar y decidir lo que quiera, siempre y cuando no vaya en contra de la Orden. Así, es libre de quedarse o marcharse siempre que lo desee. Ahora dígame, ¿acepta las normas y se une a nosotros, sobrino mío?
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