SANCTASANCTORUM
Parte 4
Tal como estaban la situación fuera del monasterio, sumada a mi timidez (propia de la edad que tenía entonces), y junto al poder carismático que desprendía el Tío Gregorio, hicieron que eligiera quedarme, con todo lo que eso implicaba.
Después, me dejó solo en otra celda para que pudiese descansar (era la número treinta). Tenía un colchón viejo en el suelo, que la llenaba casi completamente. En una esquina había un cubo, tapado, para necesidades corporales. Era una copia exacta de la que había visto antes. Pero, a pesar de darme algo de claustrofobia, me dormí al momento pues me hallaba enormemente fatigado.
Aquella noche, o más bien cuando yo pensaba que era de noche, me despertó mi Tío en calidad de Sumo Sacerdote para que recibiera la Ceremonia de Bendición. Traía una venda con la que me tapó los ojos.
- Así debe hacerse - me dijo - al iniciarse en nuestro Arte.
Un escalofrío recorrió mi espalda. ¿ A qué arte se refería ? Como adivinando mis pensamientos, me calmó diciendo que la ceremonia no ofrecía peligro alguno para mí, que solo tenía que escuchar y permanecer quieto.
El Sumo Sacerdote me dirigió al Círculo de Ceremonias. Al ir vendado, ya no me sentía avergonzado de que me vieran sin ropa. Antes de entrar en el Círculo, una mujer actuando como Suma Sacerdotisa, me besó en la cara. Ya dentro, la mujer recitó lo siguiente con una voz familiar, pero que no pude reconocer en aquellas condiciones.
- Soy la Gran Madre, de mí proviene todo y todo vuelve a mí. Tú, que has venido a buscarme, debes saber que nunca me encontrarás si lo que buscas no lo encuentras dentro de tí.
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