26/2/20

RELATOS DEL NAVÍO GUALDINEGRO VOL.2.7


SANCTASANCTORUM
Parte 7

 En las sesiones de dictado conocí a un joven muy peculiar que me sacó del estado de abatimiento en el que me hallaba sumido. Era un joven sumamente ilustrado, a pesar de su corta edad. Había llegado al templo por mediación de una sociedad secreta que no quiso nombrar, por temor a que se cumpliera una superstición en la que él creía. Les sacaba nuevos significados a las Escrituras, aunque siempre en clave de humor. Se hacía llamar César aunque desconozco si ese era su verdadero nombre o se trataba de otra de sus bromas.

 - A César lo que es del César - solía repetir, para ponernos una sonrisa en los labios.

 Una noche (me acostumbré a nombrar así a cuando los jóvenes descansábamos en nuestros aposentos), César llamó a mi celda, le dejé pasar y le pregunté qué quería de mí.

 - Querido compañero -me dijo-, vengo a decirte algo que no has de contar a nadie. ¿Podrás hacerlo?

 Afirmé con la cabeza, pensando que preparaba una broma.

 - Bien, te contaré un secreto -dijo, sacándose una rosa de su trasero-. ¿Sabes lo que es esto? No lo mires con esa cara. ¡No voy a pedirte que la huelas, hombre! En la tradición hermética, se aprende a pensar en la rosa como un signo que esconde los secretos más profundos. Por eso, yo utilizo una rosa como catalizador para mis experiencias de adivinación.

 Esperó un momento a que lo asimilara, pero al ver que no reaccionaba, continuó:

 - Veo que te he confundido. Seguramente estarás pensando que me he vuelto loco. Es comprensible, pero debes saber que no es verdad. No lo estoy.

 - No entiendo... -balbuceé-, no entiendo qué quieres decirme.


PRIMERA---------------------------------------------------SIGUIENTE

2 comentarios :

Lukas ThyWalls dijo...

*decirtle -> decirle

Serwan dijo...

Decirte... gracias por la corrección.

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